El jueves 28 de marzo, tal como lo habíamos anunciado en El Sindical Radio, teníamos una cita de lujo en el comedor "una esperanza para los niños", sería una nueva jornada solidaria de donaciones y el festejo de las Pascuas por adelantado con los chicos del comedor.
El comedor cuenta desde hace un tiempo con la ayuda solidaria de diferentes grupos que se han comprometido con Irma Méndez, que conduce el comedor y su importante trabajo social, un trabajo que muchas veces no se ve, por ser justamente hecho con amor y eso no siempre vende.
Entre los grupos se encuentran 1 litro de leche por mes Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora que suelen colaborar también con el comedor, el grupo Si se puede, con un trabajo casi invisible pero para destacar por la entrega de su coordinadora Sandra en estar siempre atenta a las necesidades urgentes y al dedicarle a los chicos un tiempo que solo una madre puede dedicarles sin importar el cansancio o el costo personal que tiene la sonrisa de un niño.
Desde El Sindical como multimedio hemos querido apoyar al comedor en la tarea de alimentar y contener a los chicos, tanto la Dra. Valeria Carreras y el Editor General Marcelo Ricardo Hawrylciw, porque entendemos como medio de comunicación que no solo deben ser noticia los chicos cuando se los considera delincuentes marginales, sino también cuando son al igual que cualquier otro chico, niños con sueños, con necesidades, con ganas de divertirse, pero también con la necesidad de sentir amor.
Ese amor que se desprende de las manos de Irma, de su familia al cocinar cada día para esos chicos que vienen con los pies descalzos y la cara sucia, el mismo amor de Sandra cuando prepara más de 100 helados caseros aún cuando no es viable económicamente, pero la calidad es importante, porque donar no implica dar solamente lo que nos sobra, lo que ya no sirve, dar es tener la conciencia de que el que va a recibir nuestra ayuda es un semejante, más aún un niño que aprenderá con el ejemplo que le demos, si donamos cualquier cosa, el aprenderá que se dona lo que otro no quiere, lo que otro no comería, lo que otro ya no usaría.
No es una tarea sencilla la solidaridad, hay que ir y ver como trabajan los que se comprometen realmente con la solidaridad, los que pudiendo estar en cualquier club, shopping o disfrutando de lo que tienen, escogen estar ahí, dándole de comer en la boca un niño, regalándole una sonrisa, y no siempre los que colaboran son comprendidos, ni por la sociedad, su entorno y hasta sus propias familias.
Hay por suerte para nuestra sociedad, los que aún sufriendo por sus propias pérdidas o necesidades, pueden ser solidarios, los que dan lo que tienen y no lo que les sobra, los que meten la mano en el bolsillo y dan hasta que está vacío y no se asustan, porque saben que mañana ellos podrán recomponer su situación, porque el comedor no es solo un lugar para matarle el hambre a los hijos de marginales como muchos aún creen en la ignorancia de que todos son vagos y no hay que darles nada a esa gente. Ser solidario no es sinónimo de ingenuo, muchos saben que hay padres de niños que no les importa si su hijo come, que no les importa participar de las actividades, pero señores, esos niños no son culpables de su condición, en todo caso, todos tenemos un poco de culpa al haber dejado que la avaricia humana de pensar primero en uno haya generado políticas tendientes a generar brechas sociales nefastas.
El jueves 28, pude sentir estar en un lugar diferente, un espacio sano, los chicos alegres esperando la cena, todos sirviéndoles y atendiendo a sus pedidos, chicos que tal vez pocas veces al día se sienten a comer y mucho menos alguien cuando se sienten los atienda con el amor de las madres. Y esto es algo que se nota, es algo que los chicos perciben mejor que nadie, el cariño de mamá no lo puede dar cualquier persona y perdonen mi sinceridad, quien no tiene amor en esto, por más ayuda que quiera mostrar no llega a esos corazones que necesitan alimentarse la panza y el alma.
Ver las sonrisas sinceras, la alegría de esos chicos disfrutando de un helado diferente, un helado que no solo era artesanal, un helado en el que había amor, el mismo amor de Irma al amasar para acompañar la leche de los niños, ese amor que reciben los niños no lo olvidarán, y si dicen que cuando uno tiene malos momentos para salvarse debe buscar en su interior momentos lindos, no duden que esos gentos de amor anidan aún en el interior del más duro y resentido adulto, porque cualquiera puede salvarse a sí mismo, pero uno necesita encontrar que existen acciones que valen la pena.
Ser solidario exige un compromiso que va más allá de ser un medio para recoger donaciones, que no está mal, pero es como quedarse a medio camino, Irma comentaba que su esposo ha sido su gran apoyo, que de su trabajo es él, quien aporta muchas veces lo que falta, y es ese el verdadero gesto solidario, dar es un acto de amor que no puede describirse, por eso si aún no haz dado sintiendo amor, estás a tiempo de saber que es muy cierto que uno cuando da, también recibe, dona y date una vuelta para ver lo importante que es tu aporte.
Gracias a todos estos solidarios que derrochan vida en la ayuda al otro, gracias a toda está gente que aún se emocionan con una sonrisa de un niño, gracias por compartir tanto amor, gracias por ser testigo de su trabajo y por permitirme participar, entendiendo que hay batallas que valen la pena pelear, como el hambre, la desigualdad, los derechos de los niños. Gracias.
A nuestros lectores, los invitamos a donar, los invitamos a participar de una experiencia que renueva, que llena el alma y hace muy bien.
ALBÚN DE FOTOS.
Por Marcelo Ricardo Hawrylciw